Por qué la “antigrieta” podría ser la estrategia electoral ganadora

En medio de la peor crisis humanitaria y económica de la historia argentina, la apuesta del oficialismo es trompearse con la oposición sobre la cubierta del Titanic.

Política
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La caricatura de Vladimir Putin y Alberto Fernández “vacunando” a un gorila, que dio la vuelta por los Whatsapp de casi todos los argentinos, lo decía todo: el presidente argentino, retuiteando -y más tarde borrando- esa burla cruel hacia todo aquel que no fuera peronista, daba una nueva prueba de su fuerte apuesta a profundizar la grieta.

Fernández ya venía avisando desde hace bastante que para él llegó el tiempo de cavar trincheras y profundizar la “grieta” política. Sorprendió en su segunda inauguración de sesiones del Congreso, en marzo, en la que había dejado en claro que él ya no apuntaba a ser el presidente de todos los argentinos, como había prometido en su primera inauguración, un año atrás, sino que aspiraba a ser algo así como el presidente del kirchnerismo.

MGF2PDCG5ZCOBAFZMBJ2XUCSLULa caricatura en la que aparecen Alberto Fernández y Putin vacunando a un gorila. 

En medio de la peor crisis humanitaria y económica de la historia argentina, la apuesta es trompearse con la oposición sobre la cubierta del Titanic. “Grieta” es ese término acuñado por Jorge Lanata para describir las diferencias políticas irreconciliables que impiden que el país pueda salir adelante.

Pero dejemos de lado la discusión sobre la escasa oportunidad de profundizar las divisiones desde lo más alto del poder y en medio de la muerte y en un país que se podría estar encaminando a un 50 por ciento de pobreza y, Dios no lo permita, a una hiperinflación.

La pregunta interesante es: ¿es cierto que la grieta es tan buen “negocio político” para todas las partes, que por algún motivo le viene bien tanto al peronismo como a la oposición de Juntos por el Cambio? “Terminar con la grieta es un aspiracional de la mayoría de la población”. Es la respuesta contundente de Carlos Fara, encuestador y uno de los más finos analistas políticos de la Argentina.

De hecho Sergio Massa, más firme que nunca del lado de la grieta K desde 2019, acuñó otra metáfora: “la ancha avenida del medio”. Cuando en 2015 solo consiguió el 21 por ciento de los votos, muchos se burlaron y calificaron a esa ancha avenida como un “senderito” y aseguraron algo así como que la grieta se da “a pedido del público”.

KCNVQ3SZWZDSNKTOZOILNITTFQHoracio Rodríguez Larreta y Alberto Fernández, durante su última reunión.

De todos modos, Massa fue al final el tercero en discordia que más votos sacó en una elección presidencial en la historia argentina aunque estuvo muy lejos de cualquiera de los dos lados de la trinchera.

A veces, la necesidad de evitar que el mal mayor llegue o siga en el poder supera al aspiracional de que desaparezca la grieta, pero la avenida del medio, en el fondo, sigue siendo la más ancha. Recordemos la conclusión de Fara, que surge de sus investigaciones y no es solo un deseo: “terminar con la grieta es el aspriracional de la mayoría de los argentinos”.

¿La gente está adelante de los políticos y espera que acuerden para que se pongan a gobernar mejor para ellos, como si fuese una selección nacional, o prefiere ese eterno River-Boca que le propone la política?

Carlos Fara, encuestador

Terminar con la grieta es un aspiracional de la mayoría de la población.

Que haya polarización en las elecciones no necesariamente podría significar entonces que la mayoría prefiera la grieta. ¿Lo están entendiendo los políticos argentinos?

Un ejemplo de qué pasa cuando se entiende esta “aspiración” íntima, casi secreta de los votantes argentinos a superar la grieta lo da Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno porteño sigue siendo el líder político de mejor imagen del país, aunque algunos de sus propios potenciales votantes lo tilden de “paloma”, en contraste con los “halcones”, más confrontativos. Hoy, es prácticamente el único político a nivel nacional con saldo de imagen positivo.

En su equipo, están seguros: ¿para qué confrontar con el gobierno abiertamente, si Horacio está convencido de que, si llega a ser presidente, para gobernar va a necesitar un consenso mucho mayor que el de una coalición que ganó las elecciones por unos puntos? Es la lección del fracaso de todos los que vienen gobernando la Argentina en las últimas décadas, incluida la experiencia del expresidente Mauricio Macri.

Rodríguez Larreta igualmente terminó confrontando con el presidente Fernández por mantener las escuelas abiertas, y -dentro de su estilo zen- retuvo esa bandera política proeducación: punto para el alcalde porteño.

“Larreta puede haberse equivocado o no con la defensa a ultranza de la presencialidad en las aulas en el grave momento infectológico del país, no lo sabemos todavía, pero mostró firmeza, cuando parte del público opositor se podría empezar a preguntar si no era un tanto demasiado tibio”, analiza Fara.

Pero en contraste con el expresidente Mauricio Macri, el discurso de Rodríguez Larreta apunta a conciliar y mostrarse siempre dialoguista y componedor. A quien lo quiera escuchar le dice que “la grieta puede servir para ganar una elección, pero no para gobernar”, y promete que, si llega a la presidencia, buscará un acuerdo amplio para gobernar.

Para parte de los propios votantes de la oposición será un “tibio”, pero guste o no, está sintonizando con la opinión pública correctamente entre moderación, disposición al diálogo y cierto grado de firmeza. Las encuestas lo reconfirman mes a mes. De lo contrario no se podría haber mantenido como puntero en imagen sin excepción desde el inicio del período de Alberto Fernández.

Por algo, el kirchnerismo entendió que confrontar con el expresidente Mauricio Macri era casi una pérdida de tiempo. Y así hay que entender la estrategia de comunicación -y de bullying- del gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires que apunta a hacerlo culpable de todos los contagios de COVID: o sea, profundizar más la grieta y de paso, como en un juego a dos bandas, buscar a algún culpable por el fracaso en las promesas de vacunación.

Queda mucho tiempo para las presidenciales de 2023. Pero ya se vislumbra que, a falta de un plan o debate económico de ninguno de los dos lados que entusiasme a la depresiva opinión pública argentina, la grieta -o mejor dicho el combate a esa grieta- podría ser la clave del futuro presidente de la Argentina.

Y como en el judo, un arte marcial en el que se aprovecha la fuerza del contrario para derribarlo, el estilo zen antigrieta, con sus matices y modulaciones, podría ser la estrategia ganadora.

Fuente: TN.

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