Diabetes tipo 1 y tipo 2: cuál es la diferencia y por qué es clave la detección temprana

Se trata de una de las enfermedades crónicas no infecciosas más prevalentes a nivel global. Los principales avances en el tratamiento de esta afección que padecen más de 500 millones de personas en todo el mundo.

Salud
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La diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de azúcar en sangre.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la padecen más de 500 millones de personas en todo el mundo, lo que la convierte en una de las enfermedades crónicas no infecciosas más prevalentes en el mundo.

En la Argentina, entre el 12% y 13% de la población mayor a 18 años tiene diabetes, lo que se traduce en alrededor de 3.500.000 a 3.800.000 personas con la patología.

Como se dijo, el origen de la enfermedad es la acumulación de azúcar en la sangre, lo cual, si no se trata de manera correcta, genera enfermedades en otros órganos porque esa azúcar “contamina” las arterias periféricas y es generadora de muchos cuadros clínicos derivados.

La enfermedad se genera por una falla en una hormona que se llama insulina. Cuando no hay insulina, el azúcar que debería entrar a las células —porque es su fuente de energía— se queda en la sangre y circula por ella.

La falta de insulina puede deberse a que el páncreas, que es el órgano que la produce, deje de secretarla —en ese caso se estaría en presencia de un cuadro de diabetes tipo 1—, o bien, la insulina no puede actuar porque el organismo se resiste a su acción, que es lo que se conoce como diabetes tipo 2 o insulino resistencia.

La diabetes tipo 1 suele diagnosticarse de manera más sencilla debido a que el paciente presenta síntomas muy claros: baja de peso, se siente débil, orina mucho, tiene mucha sed, etc. Esta condición es de carácter autoinmune y generalmente aparece sin antecedentes familiares, por lo que es difícil de prevenir y/o evitar.

Representa sólo el 10% de la población con diabetes (en la Argentina, alrededor de 350 mil personas), y, como las cifras lo indican, es menos frecuente que la tipo 2.

El otro 90% de las personas con diabetes presenta una enfermedad en la que el páncreas produce insulina, pero ésta no es suficiente o bien el organismo presenta una resistencia a que entre en las células de manera adecuada.

La diabetes tipo 2 no genera muchos síntomas, ya que los niveles de azúcar pueden estar un poco altos y la persona no siente nada. Es asintomática en general (del 90% de la población con diabetes tipo 2, hay un 30% que no lo sabe y se entera de la enfermedad por las complicaciones).

Y a diferencia de la tipo 1, hay muchas cosas que generan la resistencia a la insulina que se podrían evitar: está relacionada con la obesidad o sobrepeso, el sedentarismo, los malos hábitos alimenticios, además de tener un componente hereditario.

De allí que en personas que se sabe que tienen predisposición sea clave la detección temprana y controlar niveles de glucemia una vez al año. Las complicaciones más importantes que genera la diabetes —más aún cuando no está controlada— son infarto, insuficiencia cardíaca, ACV, trombosis de miembros inferiores, problemas renales, de vista, o en el hígado. De hecho muchas personas que desconocen padecer esta enfermedad, llegan al diagnóstico luego de consultar por alguna de las afecciones que desencadenó el cuadro de diabetes original.

El objetivo del tratamiento de la enfermedad es mantener el nivel de glucosa sanguínea lo más cerca posible del nivel normal para postergar o evitar las complicaciones.

Para esto, las personas con diabetes tipo 1, además de llevar una alimentación saludable y hacer ejercicio físico, deben controlar a diario los niveles de glucosa en sangre y aplicarse insulina cuando sea necesario.

En el último tiempo, los pacientes cuentan con sistemas de monitoreo que miden la glucosa de manera continua y la personas se inyectan más inteligentemente. Asimismo, las nuevas insulinas cada vez más modernas permiten que las llamadas “de acción rápida” cada vez lo sean más, y las lentas duran más en el organismo, lo que permite regular mejor los valores de glucemia.

También existen bombas de infusión de insulina, pequeños dispositivos que liberan insulina a través de una sonda plástica o catéter. El dispositivo bombea insulina continuamente día y noche, en función de lo que la persona ingiere, su nivel de actividad, etc, y permite a las personas con diabetes un mejor control de sus glucemias, y por ende, una mejor calidad de vida.

En lo que a diabetes tipo 2 respecta, además de los fármacos clásicos, como la metformina, se desarrollaron en el último tiempo grupos de medicamentos que, además de controlar el azúcar en sangre, logran el descenso de peso, mejoran la resistencia y confieren protección cardiovascular. Se los conoce como incretinas y gliflozinas, y actúan previniendo y mejorando las complicaciones antes mencionadas que tradicionalmente desencadena la diabetes.

La diabetes tipo 2 está en aumento en todo el mundo, directamente relacionada con el aumento de la obesidad, el sedentarismo y los malos hábitos alimenticios, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo o pobres.

Fuente: Infobae.

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