Guía para padres: cómo hacer que los chicos pierdan el miedo a las vacunas contra el COVID

Al temor habitual frente a las inyecciones se suma la incertidumbre de la pandemia. Cómo acompañarlos antes, durante y después del pinchazo.

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Quien tenga un hijo o pueda hacer uso de la imaginación, podrá ponerse en el lugar de una madre o un padre que debe llevar a su pequeño a cumplir con las citas que prevé el calendario de vacunación. Sabe que es por su bien, que es necesario, pero no por eso resulta menos penoso el trance en el que una de las personas en las que el menor más confía en el mundo lo exponga a esa situación.

Una vez en el consultorio médico, “no te va a doler”, “es sólo un pinchacito”, “es como un mosquito” suele decir el vacunador. El niño muchas veces llora o se resiste. La imagen mental puede ser suficiente para hacer que un padre se pregunte si realmente vale la pena hacerlos atravesar ese momento.

Jody Thomas es la directora ejecutiva de la Fundación Meg, una organización estadounidense sin fines de lucro que capacita a las familias con estrategias, habilidades y apoyo para el manejo, la prevención y la reducción del dolor y llama a esta preocupación “el miedo a la locura”. Aunque es normal, la experta resaltó que es importante ayudar a los niños a recibir las vacunas que recomiendan sus médicos.

En el caso de la vacuna contra el coronavirus, Thomas dijo que es particularmente crucial que los padres ayuden a sus hijos a superar el nerviosismo, según publicó The Washington Post.

Es que los esquemas de dos dosis de la formulación de Pfizer autorizada en los EEUU recientemente para menores de 5 a 11 años, así como la Sinopharm que se aplica en la Argentina desde los tres años, obliga a tener que regresar a los 21 días por un segundo pinchazo. “Entonces, la inversión para hacer que esa primera experiencia sea buena es increíblemente importante porque queremos que esos niños reciban esa segunda vacuna”, señaló la especialista.

Para muchos, ese miedo es leve. Pero algunos niños tienen fobias graves que pueden obligarlos a evitar la atención médica durante años si no se tratan, dijo Katie Birnie, psicóloga clínica del departamento de ciencias de la salud comunitaria de la Universidad de Calgary.

“Los terapeutas pueden ayudar a esos niños a través de pasos graduales, como hablar sobre las agujas, luego mirar fotos de las agujas y luego ver videos de niños que tienen una buena experiencia al vacunarse”, sostuvo, al tiempo que agregó: “A veces los niños piensan que la aguja es mucho más grande, o pueden tener pensamientos atemorizantes tales como ‘tal vez la aguja atraviese mi brazo’ o ‘tal vez se rompa en mi brazo’”.

Fuente: Infobae.

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