Coronavirus: ¿Las medidas propuestas por el Gobierno disminuyeron los casos?

La premisa es que las últimas restricciones implementadas por el gobierno funcionaron: si el 2 de junio la media de casos por día era de 33 mil contagios, en el presente, esa cifra se redujo a 25 mil.

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El viernes, ante la imposibilidad de sancionar la Ley de Emergencia Covid, se prorrogó el DNU 287 que regirá hasta el 25 de junio aunque con mayores aperturas. Como siempre, el escenario de la propagación viral en Argentina exhibe sus matices: mientras hay provincias como Buenos Aires y La Pampa que han demostrado una disminución sostenida, hay otras como Chaco y Jujuy que aún continúan en alza. En paralelo, el sistema sanitario afronta momentos de mucho estrés: a nivel nacional la ocupación de unidades de terapia intensiva es del 77.8% y en AMBA alcanza el 76.2%.

“La mejoría más notoria se advierte en el AMBA, la región en que las restricciones fueron aplicadas de manera concreta. Luego, si uno examina el resto de las provincias puede ver cómo en algunos distritos se aplicaron y cumplieron y en otros no. Inicialmente tenía dudas de que las medidas por nueve días pudieran tener un efecto claro, sin embargo, generaron mejores resultados que implementar acciones menos restrictivas pero durante más días”, expresa Martín Barrionuevo, senador provincial (Partido Justicialista- Corrientes) y contador público. “Esto abre la puerta a plantear, de cara al invierno, el plan de restricciones intermitentes, de aperturas y cierres. El éxito que se alcanzó en el Área Metropolitana es contundente”, destaca el analista de datos.


El investigador del Conicet Rodrigo Quiroga coincide con el análisis de Barrionuevo y suma a su descripción un examen de lo que sucede en otras provincias. “Ha habido una reducción muy importante del número de casos en CABA y Buenos Aires, el asunto es que necesitaríamos que esa tendencia continúe en el tiempo porque aún el número de infecciones es muy alto. Neuquén y La Pampa son otras donde la curva está bajando de manera notable”, apunta el bioinformático y docente en la Universidad Nacional de Córdoba. Sin embargo, las dinámicas a nivel provincial suelen ser muy heterogéneas. “Hay, por otro lado, provincias en que los contagios siguen aumentando, como Chaco, Catamarca, La Rioja y Jujuy. En esta última, las infecciones suben vertiginosamente. Aquí lo que puede estar ocurriendo es que las medidas no sean suficientes, o bien, que no se estén cumpliendo como para que sus curvas empiecen a disminuir. La efectividad de las medidas depende del cumplimiento”, sostiene.

En el presente, aunque los casos tienden a disminuir, la ocupación de camas de terapia intensiva alcanza su cifra máxima a nivel nacional. Aquello que se presenta como una paradoja, no obstante, tiene una explicación racional y concreta; como ha enseñado la pandemia, aquellos comportamientos que se muestran en la actualidad tienen relación con lo que sucedió hace algunas semanas. “Existe un desfasaje en los tiempos que a veces cuesta entender. Las personas que se infectan tienen síntomas a los días y suelen internarse entre una y dos semanas después. Por ello, las terapias siguen ocupándose, por las infecciones que se diagnosticaron hace 14 días aproximadamente”, explica Quiroga. Y remata: “Con los fallecidos pasa igual, uno esperaría que siguieran aumentando, al menos, por una o dos semanas más”.

Mientras tanto el proceso de vacunación masiva continúa a paso firme. A la fecha, Argentina inmunizó a 16.360.449 personas: 13.025.688 con la primera dosis y a 3.334.761con ambas. Ello implica que el 28% de la población fue vacunado y que, a medida que continúen llegando el ritmo de inoculación podrá mantenerse. En los próximos días, se aguardan las siguientes partidas: 934 mil dosis de AstraZeneca desde Albuquerque (Estados Unidos) que llegarían el lunes y se suman a las 811 mil que arribaron desde México (cuya sustancia activa se fabricó en el laboratorio doméstico mAbxience), medio millón de Sputnik V y, más hacia el final del mes, podrían aterrizar las dos millones de dosis de Sinopharm, cuyo contrato firmó el gobierno hace dos semanas. En julio, se aguardará por el segundo envío de cuatro millones.

“En una semana se vacunó el 5.2% de la población, es muchísimo, más de 2 millones 300 mil argentinos y argentinas. El desafío de adquirir un ritmo así es que hay que conseguir las vacunas necesarias para no interrumpirlo. Si en junio pudiéramos seguir con la provisión que tuvimos en el último tiempo estamos en condiciones de avanzar de una manera impresionante”, dice Barrionuevo. Y subraya: “Están los que se quejan de que el país vacuna lento cuando la realidad es que siempre fuimos aumentando la marcha a medida que teníamos más provisión. La cantidad de dosis que aplicamos en relación a la población equivale a lo que había inoculado Europa hace 25 días. No estamos nada mal en verdad”.

La planificación como posible salida

Durante las últimas semanas, ante la explosión de la segunda ola, el gobierno implementó algunas medidas que pronto dieron resultados. El aislamiento estricto se extendió durante nueve días (entre el 22 y el 30 de mayo), luego siguieron cinco días con mayores habilitaciones (entre el 31 de mayo y el 4 de junio), el fin de semana siguiente se volvieron a poner en marcha restricciones más duras (5 y 6 de este mes) y los últimos (del 7 al 11) se produjo un retorno hacia medidas más laxas que, tras la prórroga del DNU efectuada el viernes, se prolongarán hasta el 25 de junio.

Aunque la Ciudad se encuentra bajo "alerta sanitaria", Horacio Rodríguez Larreta anunció aperturas de shoppings, cines, teatros, gimnasios (al aire libre) y fijó una extensión de horarios para el sector gastronómico y los comercios que ahora podrán abrir hasta la 23. El sistema educativo continuará con clases presenciales en nivel inicial y primaria, mientras que la secundaria adoptará un esquema semipresencial. En Provincia, la novedad es que Axel Kicillof también anunció la vuelta a clases presenciales a partir del miércoles y que, para ello, 33 mil instituciones educativas contarán con medidores de dióxido de carbono, artefactos que permiten calcular “cuán respirado está el aire” y cuándo es necesario ventilar con mayor énfasis.

“El cumplimiento pasa por tomar en serio la gravedad de la situación pero sigue habiendo muchos gobiernos provinciales que eligen un discurso que minimiza lo que sucede. Ello, desde mi punto de vista, no ayuda al cumplimiento de las medidas, sino a todo lo contrario”, apunta Quiroga. Los expertos acuerdan en que más allá de las nuevas flexibilizaciones en el AMBA la situación es muy compleja. Frente a ello, la implementación de un Aislamiento Selectivo Planificado e Intermitente (ASPI) podría funcionar como salida. “Ante la realidad que tenemos, pienso que se podría probar la puesta en marcha de cuarentenas intermitentes, siempre y cuando el hincapié esté en la planificación. Permitirá mitigar los efectos económicos negativos y, a su vez, que el acatamiento sea mucho mayor. Si las personas saben con antelación cuándo será el próximo cierre pueden organizarse de una manera diferente”. Después continúa: “Como idea es buena, pero hay que cumplirla porque si se establece a medias no funciona y si no funciona hay que prolongarla, si se prolonga disminuye el acatamiento de la gente y, como resultado, se ingresa en un círculo vicioso del que cuesta salirse”.

El ASPI es una opción que podría aplicarse luego de otras como el Aislamiento (ASPO) y el Distanciamiento (DISPO) Social, Preventivo y Obligatorio. Aunque la sigla parezca nueva, en verdad, retoma una idea original planteada en julio de 2020 por un grupo de investigadores del Conicet, que combinó conocimientos provenientes de la modelación y el análisis matemático con las ciencias sociales. Es un aislamiento “selectivo”, es decir, que tiene en cuenta la zona geográfica y las actividades económicas comprendidas; “planificado”, por lo tanto, prevé confinamientos previsibles y diseñados con la máxima antelación a partir de un calendario prefijado; e “intermitente”, pues, los cierres eficientes (etapas de supresión) son continuados por períodos de reactivación controlada (mitigación).

Uno de los impulsores del ASPI es Rodrigo Castro. “La ventaja es que hay un calendario preestablecido, de varios ciclos de cierres y aperturas con fechas prefijadas, y continúa hasta lograr un objetivo claro y verificable, como puede ser aplastar la curva, eliminando la circulación comunitaria. La comunicación con antelación de varios ciclos, por ejemplo, 9 días de cierre y 12 de apertura repetidos cíclicamente permite reducir la incertidumbre, facilitar el ordenamiento social y económico, y promover el consenso y compromiso de varios sectores tras un plan común y con éxito fácilmente medible”, explica el Investigador del Conicet en el Instituto de Ciencias de la Computación de la UBA. En Rosario, la iniciativa fue presentada por la concejala Susana Rueda y fue aprobada por unanimidad por el cuerpo local.

En paralelo, con el objetivo de organizar las acciones, se aguarda por la sanción de la Ley de Emergencia Covid que, a contramano de las intenciones de Casa Rosada, no logró ser aprobada en el Congreso. “Tener una idea clara de cuál es el rumbo y la estrategia será muy positivo, todo lo que otorgue previsibilidad bienvenido sea. Es fundamental que cuando los casos empiecen a subir nuevamente se puedan tomar medidas a tiempo. Las provincias tienen que adherir y hacer cumplir las medidas que se dictan a nivel nacional. De lo contrario, la propia dinámica de la pandemia luego obliga a los gobiernos provinciales a tomar medidas aún más estrictas”. Con ello, Quiroga alude al caso cordobés: “Primero no quisieron aceptar las disposiciones nacionales, luego las aceptaron a regañadientes, después la circulación viral se descontroló y ello obligó a Córdoba a tomar medidas mucho más duras de las que en su momento había propuesto Nación”.

Lo que se puede mejorar

Desde la perspectiva de las ciencias sociales, Sol Minoldo –comunicadora científica e Investigadora de Conicet– ofrece una mirada interesante para comprender por qué se produce la falta de adhesión a las medidas en aquellos casos en que ocurre. “El principal problema es que las personas solemos hacer evaluaciones individuales, es decir, si nos vamos a contagiar o no lo vamos a hacer, cuando la pandemia debe pensarse de manera colectiva, a nivel social. En esas evaluaciones individuales se asumen riesgos: elegimos salir a trabajar porque ese ingreso es fundamental para vivir o elegimos visitar a un familiar o un amigo porque lo necesitamos y nos sentimos deprimidos. Son posturas válidas, por supuesto, el asunto es que se asumen riesgos. A veces preferimos olvidar que si nos contagiamos puede ser grave y que podemos infectar a alguien que queremos”, plantea.

Luego, continúa con su razonamiento: “Toda esa operación mental que realizamos a veces no podemos visualizarla como algo tangible, por ello, necesitamos que se nos informe sobre la verdadera gravedad de la situación que atravesamos. Y el conflicto se vuelve más complejo porque recibimos señales contradictorias. De un lado, vemos al gobierno y al personal de salud que muestran su preocupación ante el inminente colapso pero después salimos a la calle y pareciera que no pasara nada, que no hubiera pandemia”.

Desde el punto de vista de la investigadora, hay situaciones vinculadas a los protocolos establecidos que no contribuyen a que la gente comprenda el escenario que se afronta. “Ver en los bares que puedo llegar, sacarme el barbijo y charlar con otra persona a medio metro de distancia, da la impresión que podría hacerlo en mi casa sin problemas. Las escuelas abiertas también posibilitaron ese mensaje, porque de lo contrario no hubiéramos visto el retorno de las fiestitas infantiles. Hay medidas que a veces vienen acompañadas de una cuota de tranquilidad que contradice lo que realmente ocurre. Estamos en el peor momento de la pandemia”, apunta.

Los especialistas consultados por este diario coinciden que aunque la situación no es la de marzo de 2020 –cuando era posible la puesta en marcha de una cuarentena estricta y de cumplimiento efectivo– algo hay que hacer. “Se pueden mejorar los protocolos, utilizar medios de protección más eficaces (es decir, dejar de emplear barbijos caseros y estimular la producción de los quirúrgicos a escala), reforzar en las empresas y fábricas la importancia de la ventilación, avanzar en su control a través de la instalación de medidores de CO2, así como también, mejorar el rastreo y seguimiento de contactos estrechos y el control de las fronteras para limitar el ingreso de nuevas variantes”, propone Minoldo.

Respecto de este último punto, el jueves un grupo de investigadores e investigadoras reconocidos ­–entre los que se destaca Alberto Kornblihtt, Andrea Gamarnik, Adrián Paenza, Jorge Aliaga y Daniela Hozbor– redactaron una “solicitud urgente” al Gobierno para realizar más controles con el propósito de evitar el ingreso de nuevas variantes de Covid a territorio doméstico. En especial, la lupa fue colocada en “Delta”, la variante proveniente de la India que causó un incremento notable de contagios y muertes en aquel país, y en el presente despierta las alarmas de Reino Unido y otras naciones de Europa. “Los controles estrictos de ingreso al país vía Ezeiza se tornan cruciales, si no es para evitar completamente, al menos para retardar lo más posible la propagación de esta nueva variante para la cual las vacunas conocidas son menos eficientes”, afirma Castro. La propagación viral disminuye con las restricciones y además hay vacunas, pero también hay variantes más contagiosas. El horizonte ya puede visualizarse, aunque todavía haya que pasar el invierno.

 Fuente: Página 12 ([email protected])

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