Por qué, además del estudio, es importante que los chicos vuelvan al colegio

Mientras que el gobierno porteño puja con el nacional respecto a las clases presenciales, dos psicólogas especializadas explican el impacto de la interacción en las aulas en el bienestar general de los niños.

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La suspensión de las clases presenciales como una de las medidas para evitar la propagación del coronavirus se volvió un tema más de puja política que de salud e integridad de los niños. La grieta volvió a verse y la sociedad se dividió en dos. Están aquellos que creen que la postura del gobierno nacional es la correcta debido al aumento de contagios en el país y quienes insisten en que los menores deben ir a la escuela para que sus hijos aprendan, porque las clases virtuales no son tan efectivas como las presenciales y porque, sobre todo, los adultos necesitan trabajar.

En medio de este conflicto, pocos hablaron del bienestar psíquico de los niños y los beneficios que aporta la escuela en su salud mental. El proceso de aprendizaje no sólo incluye la incorporación de contenidos académicos, sino que acompaña a los niños en el crecimiento y en la formación de su identidad y sus valores. Además, después de casi más de un año con poco contacto con sus pares, la vuelta al colegio significó para los más chicos volver a socializar e interactuar con quienes comparten necesidades e intereses.

Con Bienestar habló con dos especialistas al respecto: la psicóloga Ana María Fusaro (M.N. 60.808) y Marisa Russomando, psicóloga de Familia (M.N. 23.189). La primera sostuvo que los recuerdos de la infancia son las huellas que nos acompañan toda la vida. Sobre eso, explicó: “Los primeros vínculos que se generan entre los compañeros de clase (tanto en la escuela primaria como secundaria) son los vínculos del afecto que luego sirven como guía para relacionarnos con otras personas, sobre todo en edades más maduras. Esas oportunidades de conectar con los demás sólo se dan de manera presencial. No se puede generar ni enriquecer una relación a través de una pantalla o computadora en edades muy tempranas. Además, está la madurez. Los humanos maduramos en grupo, socialmente, en el conjunto con otros”.

En ese sentido, la especialista mostró preocupación por la suspensión de clases presenciales: “Algo que se ve mucho hoy en día en las aulas es que los chicos perdieron un año de maduración cognitiva y de comportamiento, más allá de la formación académica. Perder otro año más puede ser muy duro y difícil de recuperar. Después, de jóvenes, pueden tener baches en blanco en su maduración y eso puede desencadenar en agresiones, inhibiciones, entre otras patologías no graves, pero que no van a colaborar con el desarrollo normal del aparato psíquico del sujeto”.

Por otra parte, señaló que es muy importante para el niño ser hablado por otro. “Es un ida y vuelta de producción activa y pasiva del lenguaje, que es el transporte por el que viajan algunas grandes demostraciones de afecto. Hay que pensar, sobre todo, en los niños de escuela primaria, que son los más sufrientes en lo que refiere a estos aspectos madurativos. El aprendizaje no se da en soledad, sino con los pares, en un ámbito de confianza. La relación que se entabla con un par es irremplazable. Hay interacción y complicidad. Por ejemplo, un compañero hace una pregunta que yo no entendía y cuando la maestra le respondió al otro, aprendí yo también por carácter transitivo, por el hecho de estar adentro del aula. Eso es algo muy difícil de lograr con la virtualidad. Ha habido un gran esfuerzo por parte de los docentes, pero el contacto cara a cara es muy poderoso”, argumentó.

Para Fusaro, la mediación de las pantallas no permite los lazos que pueden generarse entre niños y docentes o entre los alumnos mismos. “A los adolescentes, lo que más les perjudica de no asistir al colegio tiene más que ver con la socialización, lo lúdico. El hecho de no ver a nadie puede devenir en una depresión ya que el adolescente tiene otra madurez. La soledad puede producirles angustia, ansiedad, falta de motivación para estudiar, entre otros trastornos. En la mayoría de los casos, los alumnos de secundario quedan solos en sus casas sin una imposición de límites necesarios para la vida ya que sus padres deben trabajar. Muchas veces, eso deriva en jóvenes que van por la vida como si los conductores manejáramos sin señales de tránsito y con muchas más posibilidades de chocar”, advirtió.

Por su parte, Russomando le explicó a Con Bienestar que la socialización es importante porque en ella se construye la identidad de cada persona, es decir, “en función del otro, de lo social, lo que uno va probando en su relación con los demás”.

En el caso de niños en edad escolar, concluyó: “En la escuela, se aprende también el concepto de autoridad, de normas a cumplir, de saber esperar y compartir con el otro, cosas que también se aprenden en casa, por supuesto, pero sobre todo en el colegio que es donde se construyen los vínculos con otros, con los pares. Estar con otros y vincularse es lo que les permite a los chicos construir lo que se llaman las habilidades sociales, que es estar en armonía con los demás: respetar las diferencias, compartir, aceptar un no, tolerar la frustración, jugar, pasarla bien, reír, entre tantas otras cosas. Y todo eso sucede estando con amigas y amigos en la escuela. Por eso es tan importante la socialización de la etapa escolar”.

Fuente: TN

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