La "feminización de la pobreza" se agravó con la pandemia

El contexto de la pandemia profundizó la crisis económica el año pasado. Los indicadores socioeconómicos cerraron el año con cifras que mostraban una lenta recuperación, pero aún así el impacto en las mujeres y en la pérdida de sus ingresos, fue mayor. Las tareas domésticas aumentaron de forma considerable durante los meses del teletrabajo, así como asumir la tarea de ayudar a los niños a recibir educación de forma virtual.

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El contexto de la pandemia profundizó la crisis económica el año pasado. Los indicadores socioeconómicos cerraron el año con cifras que mostraban una lenta recuperación, pero aún así el impacto en las mujeres y en la pérdida de sus ingresos, fue mayor. Las tareas domésticas aumentaron de forma considerable durante los meses del teletrabajo, así como asumir la tarea de ayudar a los niños a recibir educación de forma virtual.
 
El primer factor preocupante es la feminización de la pobreza, término que se asocia a que la población con menores ingresos es, en su mayoría, femenina. “Hay una sobre-representación femenina en los grupos poblacionales de menores ingresos. En cambio, a medida que aumenta el ingreso de las personas hay una masculinización de la riqueza. Esto sucede no sólo en Argentina sino en todo el mundo”, explicó Candelaria Botto, economista y coordinadora de la organización Economía Feminista.

El índice de pobreza del primer semestre de 2020 fue del 40,9%. Cuando se observan los datos del mercado de trabajo, en el tercer trimestre del año pasado, la tasa de empleo fue del 37,4% con una brecha de género de 20 puntos en el caso de las personas mayores a 29 años: llegó a 85,6% y 61,8%, entre varones y mujeres respectivamente. En cuanto a la tasa de desempleo, se observa una tasa de 13,1% para las mujeres y de 10,6% para los varones. La tasa de desempleo más preocupante es en las mujeres jóvenes de 14 a 29 años, con un porcentaje de desocupación de 23%.

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“Además de esta situación, se constata la pérdida de ingreso de las trabajadoras llamadas ‘informales’ vinculadas a las economías populares por cómo ha sido afectado el trabajo de calle, de venta en ferias y especialmente el de las trabajadoras de casas particulares. Hay otra cuestión que es el aumento del trabajo doméstico, tanto en los hogares como en el trabajo doméstico territorial comunitario para enfrenar las urgencias de la crisis. Entonces, lo que vemos es más femineidades que se han tenido que quedar en sus casas y en sus barrios por imposibilidad o pérdida del trabajo y un aumento enorme del trabajo doméstico”, explicó Verónica Gago, doctora en Ciencias Sociales y co-autora del libro “Una lectura feminista de la deuda”.

Tareas de cuidado y brecha salarial

“La realidad es que, si bien en los últimos años, desde el auge del movimiento Ni Una Menos a la fecha, hubo muchas conquistas sociales tanto en el plano jurídico y demás, los indicadores económicos no muestran señal de estos cambios y, de hecho, el haber atravesado la pandemia profundizó algunas desigualdades, como por ejemplo un incremento del trabajo doméstico”, dice Botto.

Según el último informe del centro CEPA, para el segundo trimestre de 2020, caracterizado por pleno contexto de aislamiento, las mujeres destinaron 70% más de su tiempo a tareas de cuidado. De esta manera, se profundizó la brecha que ya se registraba entre la cantidad de horas que dedican los hombres y las mujeres al trabajo no remunerado a un 97%. Por otro lado, las mujeres que hicieron teletrabajo duplicaron las horas destinadas al trabajo no remunerado, unas 8.87 horas más que los hombres en tareas diarias de cuidado.

En cuanto a la brecha salarial, el informe indica que “aun cuando se consideran los ingresos personales, es decir, aquellos compuestos por la totalidad de los ingresos de una persona (ingresos laborales de la ocupación principal y secundaria e ingresos no laborales, como por ejemplo jubilaciones, pensiones, renta, cuota por alimentos, entre otros), la brecha entre varones y mujeres se ubica en el 28%”.

La deuda

El alto endeudamiento con el FMI también es una variable de análisis en el contexto de la crisis y cómo afectó a las mujeres. Para Verónica Gago, el alto endeudamiento doméstico que se produjo durante el gobierno anterior fue “efecto directo del endeudamiento récord del país con el FMI que se derramó como ajuste y por tanto obligación de endeudamiento en cada uno de los hogares para asumir la reproducción social”. Y agregó: “A partir del 2017 hay verdaderamente una colonización de la reproducción social por instrumentos financieros dedicados a endeudar a los sectores más precarizados especialmente dirigidos a mujeres. Ese endeudamiento expresa un nivel de empobrecimiento generalizado, no se llega a ese nivel de endeudamiento sin antes producir la situación de pobreza y despojo que vuelve obligatorio el endeudamiento”.

Políticas públicas

Durante la pandemia, una de las políticas públicas más destacadas y con mayor alcance poblacional fue el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), destinada a compensar la grave disminución de ingresos de personas afectadas por la situación de emergencia sanitaria. El monto ascendió a $10.000 y se realizaron 4 pagos que alcanzaron a más de 8.9 millones de personas. La medida estuvo destinada a trabajadores informales, personas desocupadas y monotributistas de las categorías más bajas. Del total de las personas que percibieron el IFE, el 55% fueron mujeres y más del 60% de esas mujeres son menores de 34 años, según CEPA.

“Creo que hay una situación urgente que se vive ya desde el año pasado. El IFE fue una política muy importante para paliar los efectos de la pandemia, sobre todo para las mujeres y trabajadoras de casas particulares y no hubo una continuación de ese programa. Si bien Alberto Fernández en su discurso de apertura de sesiones ordinarias volvió a decir que iba a mandar su anteproyecto que se está trabajando en la mesa federal de políticas económicas, entiendo que falta una política intermedia hasta que ese proyecto sea una realidad para aquellas mujeres que están en una situación de vulneración económica”, analizó Botto.

“Pienso que el drama estructural del mercado de trabajo desigual por género no puede compensarse 100% por política de ingresos. Tenés que lograr oportunidades y cambiar la lógica, así como discutir las tareas de cuidado, junto con un esquema de licencias”, reflexionó Julia Strada, directora de CEPA.

Fuente: Página 12.

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