Dengue: un experimento para mutar y eliminar al Aedes

La compañía proyecta liberar en 2021, en los Cayos de Florida, Aedes aegypti modificados genéticamente. Buscan frenar la reproducción del mosquito vector del dengue, Zika y la fiebre amarilla. La opinión de expertos locales.

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En Cayos de la Florida, EE.UU., se realizará la primera prueba con mosquitos Aedes aegypti modificados genéticamente. El propósito será reemplazar a los insecticidas y larvicidas para finalizar con el transmisor de diversos virus como el dengue, el Zika y la fiebre amarilla. El estudio será llevado a cabo en 2021 por Oxitec, una compañía biotecnológica que hará las pruebas con su mosquito bautizado “amistoso OX5034”. “Como idea es atractiva. Los mosquitos llevan un gen letal que, en su etapa de larvas, solo les permite sobrevivir si se les suministra tetraciclina. Son criados en el laboratorio en piletones con este antibiótico y así llegan a adultos. Luego, los expertos, deben separar machos y hembras y los liberan”, describe Juan Manuel Carballeda, investigador del Conicet en el Laboratorio de Virus Emergentes del Instituto de Microbiología Básica y Aplicada de la Universidad Nacional de Quilmes. Y continúa con la explicación: “La parte de dividir a los grupos suele ser la más complicada, no es nada trivial separarlos y, para colmo, es una tarea muy definitiva. Solo deben liberarse los machos, que son los que no transmiten la enfermedad”. De hecho, las hembras podrían picar a personas y, de esta manera, potencialmente, se estaría habilitando la chance de nuevas infecciones.

Al respecto, comenta Guillermo Folguera, investigador del Conicet especializado en filosofía de la biología: “En general tienen dos genes insertados, uno que genera la sobreproducción de una proteína que, precisamente, no le permite vivir sin el antibiótico, y el otro gen es un marcador fluorescente que facilita su identificación. Si el antibiótico no está, el bicho no puede vivir. Ahora bien, existe la posibilidad de que haya antibióticos en el ambiente y ello podría habilitar a que las larvas consigan vivir en el ambiente y no morirse. De ser así, sería un problema grave”, enfatiza. Luego completa, haciendo referencia al planteo de su colega: “Perfectamente existe la chance de que en el proceso se liberen hembras. Trabajé durante mucho tiempo sexando individuos y es muy complejo. De hecho, cuando cometés un error se propaga con velocidad. Se podría generar un desastre en el corto plazo”. La tarea de sexar es tan apasionante como ardua, a priori, consiste en determinar el sexo de un insecto que no se puede adivinar por su aspecto externo.

Oxitec fue creada en 2002 por científicos de la Universidad de Oxford y luego fue absorbida por Intrexon, un grupo empresario de EE.UU., cuyas actividades se concentran en el desarrollo de productos de biología sintética. Los amistosos OX5034, básicamente, son insectos diseñados desde los laboratorios cuyo objetivo es servir como una herramienta de control biológico. El modus operandi, entonces, es sencillo: la empresa coloca cajas provistas de millones de huevos de Aedes aegypti machos y genéticamente modificados. De ellos, se originarán millones de individuos que se mezclarán con la población local de su especie. Como las hembras son las que transmiten las enfermedades, se espera que en un futuro dejen de crecer. Y si dejan de crecer los principales vectores, pues, también se corta la propagación de los virus.

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En esta línea, lo narra Carballeda: “Van a la naturaleza, son iguales a los mosquitos comunes y compiten con ellos por las hembras. Cada hembra que copula con uno de estos mosquitos es una hembra que se pierde porque pone huevos que jamás van a dar descendencia”. ¿Por qué no dejarán descendencia? Porque, a partir del gen modificado, solo pueden vivir en presencia del antibiótico y si la sustancia no está, los individuos no consiguen sobrevivir. De esta manera, según prevén, se irá reduciendo la población silvestre de Aedes.

Controversias

De acuerdo a las autoridades estatales de Florida y la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) de Estados Unidos, “no entraña riesgo alguno para la salud humana ni el medio ambiente, incluyendo las especies protegidas”. La Junta de Control de Mosquitos de los Cayos, un conjunto de islas entre el territorio continental de Estados Unidos y Cuba, aprobó la realización de la iniciativa. Sus referentes sostuvieron que la ciencia suele ser la mejor herramienta –por su método y su rigor– para poder abordar un tema de tanta complejidad como éste. Sin embargo, también ha despertado las voces de organizaciones sociales y de diferentes actores sociales que se oponen a los ensayos. La Coalición Medio Ambiental de los Cayos, por ejemplo, recolecta firmas con el propósito de evitar que el proyecto se realice. Desde la perspectiva de sus referentes, una vez sueltos los mosquitos de diseño será imposible cortar con su reproducción y estarán presentes en todos lados. Además, también aluden que se desconocen las implicancias en la salud del ambiente y de los seres humanos que podrían generarse con la liberación de éstos animales transgénicos.

“La complicación obvia es que cuando los científicos separan a machos y hembras, luego liberan a alguna hembra también”, enuncia Carballeda, mientras hace alusión a que los descuidos son muy comunes. Asimismo, destaca el procedimiento que las empresas biotecnológicas de esta clase suelen tener: “La empresa te vende el paquete entero y se instala en la región. Te cobran un montón de plata y te obligan a seguir contratándolos año tras año. Está demostrado que si durante un tiempo dejás de liberarlos vuelven a circular los Aedes wild-type, es decir, los que no fueron genéticamente modificados. Algo de esto quería hacerse en Salta, no estoy muy seguro de que pueda brindar buenos resultados”, advierte.

“Lo que preocupa también es que no existen datos oficiales sobre el éxito del proyecto en otras latitudes más allá de la información que ofrece la propia empresa. No hay balances de ningún tipo y eso constituye un obstáculo muy serio porque no hay forma de ponderar y analizar críticamente los resultados”, sostiene Folguera. Aunque fue probado en Malasia y en Brasil no hay resultados difundidos al respecto. Desde aquí, sigue con su razonamiento: “Se intenta resolver un problema complejo como el dengue con una solución simple. La experiencia marca que este tipo de asuntos epidemiológicos requiere de diferentes estrategias con un grado de complejidad mayor. Como lo hecho hasta ahora para el virus no ha funcionado, adquiere fuerza esta opción”. Y remata: “Las esperanzas mágicas para un conflicto estructural requieren ser problematizadas”.

Fuente: Página 12 ([email protected])

 

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